Las Ruinas de Quilmes, también conocidas por los descendientes de Los Quilmes, Diaguitas y Amaichas como “La Ciudad Sagrada de los Quilmes”, se ve fortalecida por una historia de lucha muy particular. Este sitio tiene importante relevancia histórica y antropológica debido a que en ella se encuentran los restos de la sangre que ha sido derramada por aquellos que lucharon y resistieron la invasión territorial del español allá por el año 1534; hoy en día es considerada uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del país y una de las mayores atracciones turísticas pertenecientes a los Valles Calchaquíes (Tucumán, Argentina).
Se llega a destino tomando la ruta provincial 357, que desciende hasta el valle de Santa Maria, empalmando luego con la infinita ruta 40. Continuando hacia el norte, a pocos kilómetros, se alcanza un desvío que corresponde al camino que guía hacia las místicas y majestuosas ruinas.
A medida a que uno se adentra a este sitio puede notar que en la Ciudad Sagrada pueden distinguirse dos grandes áreas: la ciudadela, ubicada sobre el cerro Alto del Rey que se encuentra parcialmente reconstruida. Dicha reconstrucción es considerada por los descendientes de los Quilmes una falta de respeto a sus ancestros y cultura ya que no se realizó con el cuidado necesario que requieren tales tareas destruyendo así gran parte de su historia; y dos fortalezas defensivas situadas en las partes más elevadas, que fueron construidas por los nativos como protección contra los ataques de tribus enemigas vecinas y españoles. Estas fortalezas se mantuvieron en pie desde los años 800 hasta el siglo XVII, con una población estable de tres mil personas. Cuando se avistaba la llegada del enemigo, los Quilmes se refugiaban en ellas, hasta que finalmente en el año 1967 fueron obligados a trasladarse 1200 km a pie sin agua ni comida hasta lo que hoy en día se reconoce como la famosa ciudad de Quilmes en la provincia de Buenos Aires. Cruel e injusta odisea que les costó la vida a más de 4000 indígenas que solo defendían lo que les pertenecía: SU territorio.
Hoy, de aquella ciudad que fue albergada por 5000 indígenas solo quedan restos que revelan el pasado de esta gran metrópolis, permanecen los cimientos de las construcciones que alguna vez fueron construidas por los nativos: casas de piedras edificadas en forma rectangular o circular formando un complejo habitacional y defensivo. Cada una de las casas se encontraba en comunicación con la casa subsiguiente como símbolo de unión, ya que los Quilmes se cuidaban unos con otros sin necesidad de un lazo de sangre que los una; además es posible observar corrales usados para la domesticación de llamas, una iglesia y cementerios. Otro elemento a llamar la atención son las destacadas construcciones de represas de agua, las terrazas de cultivo que se levantaban en el cerro, y los morteros esculpidos en piedra que se hallan por doquier. Los Quilmes vivían principalmente de la agricultura por lo que se cree que la estrategia aplicada por los españoles para derrotar a este pueblo guerrero consistió en cortar su acceso a las fuentes de reserva de recursos, tanto hídricos como alimenticios.
Es muy importante el interés y la consulta sobre la actual situación de estas tierras ya que irónicamente hoy en día la Ciudad Sagrada está siendo disputada en la justicia siendo custodiada y ocupada por los descendientes de los pueblos originarios y tomada por ellos, bajo la demanda por usurpación del empresario Héctor Cruz quien compró la concesión turística de las tierras al Gobierno de Tucumán durante el mandato de Ramón Ortega en el año 1992. Este “señor”, así nombrado por los nativos, creyéndose dueños de estas tierras construyó un hotel a todo lujo en medio del sitio arqueológico y pareciendo poco abuso, el hotel gozaba de una gran piscina cuando familias de los alrededores no poseen agua teniendo que caminar kilómetros para adquirirla. En el año 2007 este “señor” fue desalojado del hotel luego de haberlo explotado por 15 años sin haberle retribuido nada a la comuna y desde el año 2008 la visita a este asentamiento es administrada y guiada por descendientes de los Quilmes, que viven hoy en un pueblo cercano.
Las Ruinas de Quilmes es uno de esos lugares que merece ser visitado por aquellas personas que no solo admiren su belleza, sino principalmente por aquellas personas que sepan conectarse con cada rincón y con cada pedacito de tierra o piedra que pisan, esa es la única manera de sentir una energía particularmente extraña pero increíblemente alucinante que nos deja nuestra visita y que hace que tomemos conciencia de que recorrer y conocer lugares es mucho más que llevarse una fotografía.