Instituto de conservación de ballenas (ICB)

El Instituto de Conservación de Ballenas (ICB) es una organización argentina sin fines de lucro dedicada a la conservación de las ballenas y su medioambiente mediante la investigación y la educación.

Fue fundado en Buenos Aires en 1996 cuando comenzó a cooperar con la organización Ocean Alliance de Estados Unidos, para llevar adelante conjuntamente el Programa Ballena Franca Austral en Argentina. Iniciado por el Dr. Roger Payne en 1970, este programa es el estudio científico de mayor continuidad en el mundo basado en el seguimiento de ballenas individuales foto-identificadas en su ambiente natural.

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Sus principales objetivos son monitorear el estado de la población de la ballena franca en Península Valdés, poniendo a disposición de las autoridades de Gobierno información científica para tomar decisiones que permitan la conservación de las ballenas y su hábitat en el largo plazo, y trabajar en acciones de educación ambiental y en estrategias de conservación marina a nivel regional en América Latina.

Estudiar las historias de vida de individuos conocidos durante las últimas cuatro décadas constituye una herramienta de valor incalculable para su protección y la de su hábitat. Desde 1970 hasta el presente, la información científica generada por este programa es volcada en estrategias locales y regionales de conservación de cetáceos y en programas educativos.

Conociendo algunas historias de ballenas

Serena

Serena forma parte de una familia de ballenas prolíficas. Es hija de una de las primeras ballenas francas foto identificadas en Península Valdés en 1971, que tuvo al menos nueve crías desde que fue avistada por primera vez por nuestros investigadores. La primera hija conocida de esta es precisamente Serena, quien nació en 1971 y por lo tanto en 2011 cumplió ¡cuarenta años!

El principal alimento de las ballenas francas del Hemisferio Sur es el krill, similar a un camarón. Cuando la temperatura del mar aumenta, disminuye la superficie de hielo bajo el cual las larvas de krill hibernan, y disminuye también su abundancia. Este fenómeno se produce cíclicamente con las oscilaciones térmicas de la corriente marina de El Niño. Los investigadores del ICB  han demostrado que las ballenas de Península Valdés tuvieron menos crías que lo esperado en los años que siguieron a temporadas de mayor temperatura y menor abundancia de krill en las Islas Georgias del Sur, un área de alimentación de ballenas, aves y focas.

Serena tuvo una cría en 1984 y otra cría en 1986. Este período de sólo dos años entre partos (en lugar del típico período de tres) indicaría que la cría nacida en 1984 quizás murió en sus primeros meses de vida. Si esto fue así, entonces Serena no pasó todo un año amamantándola, recuperó sus reservas de grasa más rápidamente, y tuvo otra cría sólo dos años después.

Es preocupante pensar que lo que puede haberle sucedido a Serena puede extenderse a miles de ballenas si el llamado “efecto invernadero” continúa calentando el aire y el agua de nuestro planeta. Además, la industria de la pesca de krill compite por este recurso con todos estos magníficos animales, que no pueden “optar” por comer otra cosa, y ven así reducidas sus probabilidades de sobrevivir en nuestros mares.

Lo que le sucede a las ballenas, también nos sucede a nosotros. Cuidemos nuestros recursos para cuidarnos a nosotros… y a Serena y su hermosa familia de ballenas francas.

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Mochita

Mochita es la ballena más joven de nuestro programa de adopción. Fue registrada por primera vez en 1999, el año de su nacimiento. En esa ocasión, Mochita fue observada nadando junto a su madre (la ballena 1398) durante nuestro relevamiento fotográfico anual de la población. Mochita tenía apenas dos o tres meses de edad… y ya medía alrededor de 7 metros. Ambas se encontraban en el área de mayor concentración de ballenas del Golfo Nuevo, la bahía sur de Península Valdés. Al año siguiente, ambas regresaron juntas, pero durante esa temporada fueron avistadas en el Golfo San José, la bahía norte. Esto indica que las madres y sus ballenatos muestran cierta flexibilidad en sus preferencias de hábitat dentro de esta área de cría, pudiendo variar de año a año.

Mochita es una protagonista importante del estudio sobre el comportamiento y desarrollo social de las ballenas francas juveniles de esta población. La transición que va desde el destete hasta la vida adulta independiente, es un  período de cambios críticos para su desarrollo. Las observaciones repetidas del comportamiento de ballenas conocidas permiten entender cómo se producen esos cambios, y qué es lo que las pequeñas ballenas juveniles como Mochita necesitan aprender para transformarse en adultos exitosos. En el año 2000 observamos y registramos detalladamente los comportamientos de Mochita durante 9 días diferentes a lo largo de un período de 44 días. Durante la primera mitad de ese lapso, Mochita se mantuvo siempre en la proximidad de su madre, quien intentaba alejarse de su cría de un año de edad para destetarla y recuperarse de la lactancia para su próxima preñez. Finalmente, llegó el día en que Mochita fue vista sin su madre, iniciando así su vida como juvenil independiente.

Luego de seis años sin avistarla, Mochita volvió a ser fotografiada en el Golfo Nuevo en septiembre de 2006… junto a su primera cría! Esto la convierte en una madre muy joven, pues tuvo a este ballenato a los siete años de edad. En promedio, las ballenas francas de esta población tienen su primera cría a los nueve años de edad, aunque conocemos algunas ballenas más precoces. Este registro de Mochita confirma estas observaciones sobre maternidad temprana.. Mochita tuvo su segundo ballenato en el año 2009.

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Mochita debe su nombre al hecho de que le falta la punta derecha de su aleta caudal.  Si bien no hemos podido determinar fehacientemente la causa, esto podría deberse a un ataque de orcas o a un desafortunado encuentro con la hélice de una embarcación. En este último caso, sería un fuerte llamado de atención para poner en práctica medidas de conservación que ayuden a la preservación de esta especie y de su hábitat marino en Patagonia.

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Avistaje responsable de ballenas

El avistaje de ballenas está reconocido como una actividad que brinda beneficios sociales, económicos y educativos sustanciales y que está creciendo en todo el mundo. Es una actividad turística única e irrepetible: observar de cerca los comportamientos de las ballenas en su hábitat natural es un verdadero privilegio. Más allá de disfrutarlo, permite aprender sobre estos gigantes en su ambiente natural y comprender la importancia de protegerlos por su gran valor ecológico, social, cultural y económico.

En la provincia de Chubut, en Argentina , de mayo a diciembre, se pueden observar a las ballenas francas australes  que utilizan las aguas costeras de Península Valdés como área de reproducción y crianza.

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Las ballenas han sobrevivido con éxito sobre este planeta durante millones de años. La mayor parte de sus problemas derivan de nuestro modo de utilizar el mar y de nuestra presencia. Nosotros debemos respetarlas, a ellas y al hábitat que necesitan.

Recomendaciones:

Tal vez ésta sea la primera vez que efectúa un avistaje de ballenas, por lo que le recomendamos lo siguiente:

  • Tenga paciencia. Las ballenas no están allí para su diversión, sino que están llevando a cabo su ciclo de vida natural.
  • No espere ver todos los comportamientos más espectaculares en una sola salida. Disfrute de cada momento junto a las ballenas en su comportamiento natural.
  • Cumpla con las indicaciones del Guía ballenero durante toda la experiencia del avistaje. El Guía ballenero posee experiencia y conocimiento para garantizar un avistaje responsable y de calidad.
  • No intente tocar a los animales en ningún momento. La experiencia de avistaje propone la observación de las ballenas desde una corta distancia.
  • Mantenga silencio durante el avistaje. Disfrutar de la naturaleza y sus sonidos resulta una experiencia maravillosa
  • Aproveche la experiencia y conocimiento de los capitanes balleneros: haga preguntas y consulte sus dudas.
  • No arroje residuos de ningún tipo.

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¿ Adoptarías una ballena?

El programa de adopción de ICB, te permite entrar en acción para proteger las ballenas desde el lugar donde te encuentres. Con una donación a partir de $40 mensuales podés adoptar a Antonia, madre de Docksider y abuela de Espuma, el único macho del Programa quien además, ¡es albino! También podés adoptar a Mochita, la ballena más joven del programa y madre de la bellísima Medialuna, quien tiene una mancha en forma de medialuna blanca en su cola. Otras ballenas que podés adoptar son Victoria, Serena, Antonia, Esperanza, Alfonsina y Gabriela.  Ingresá a www.icb.org.ar y conocé las fascinantes historias de vida que las ballenas tienen para contarte. El kit de adopción incluye un certificado con tu nombre impreso y la foto de la ballena que elijas, su registro de observaciones y biografía, y una credencial de pertenencia al Programa. Este programa está avalado por más de 40 años de estudios científicos continuos de la población de ballenas francas de Península Valdés en Chubut. Todo lo recaudado se destina directamente a proyectos de investigación, educación y conservación de ballenas francas en Argentina.

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Las ballenas nos asombran con su tamaño, sus saltos y sus sonidos. Su permanencia en este planeta depende de todos. ¡Sumate a nosotros para que las ballenas continúen aportando su magia a nuestros mares! ¡Adoptá una ballena hoy!  www.icb.org.ar

 



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1 Response

  1. Martin dice:

    Que lindo adoptar una ballena! :P
    Buen trabajo el de esta gente! Felicitaciones por la voluntad!

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